domingo, 14 de octubre de 2018

Salmo 37





“No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán”.


La reunión de la Comunidad de propietarios se había fijado a las ocho y media de la tarde. Alicia y Dorotea acababan de mudarse al 5º A del bloque 2 de la urbanización. Aunque el portero les había comentado que durante las pequeñas reformas que le hicieron al piso hubo quejas por los ruidos y la suciedad del ascensor, ambas acudieron a la reunión con cierta ilusión por conocer a sus nuevos vecinos.

El orden del día estaba formado por dos asuntos instados por las nuevas inquilinas: colocación de aparatos de aire acondicionado en la azotea y autorización a la compañía del gas para realizar la instalación en el bloque.

Alicia y Dorotea fueron las primeras en llegar a la reunión. Uno a uno saludaron con amabilidad a los vecinos que iban llegando. De pronto el ascensor se abrió y de él salió una singular pareja, una señora mayor con pelo cardado y un hombre canoso. Ambas se acercaron a saludarlos tal y como habían hecho con el resto de vecinos.

- Soy Alicia.

-Yo Dorotea, somos las nuevas vecinas. Encantadas.

El hombre las miró distante a la espera de la reacción de su mujer.

-Pues yo no lo estoy tanto, dijo la señora girando y saludando a otro de los vecinos.

Alicia y Dorotea quedaron tan sorprendidas que no reaccionaron ante el desplante.

-Qué mal lo han hecho, ha habido suciedad en todo el edificio...susurraba pelo cardado.

Tras la triunfal entrada de sus vecinos de planta y una vez alcanzado el quorum necesario, se inició la sesión.

A pesar de los intentos del Secretario de la Comunidad por calmar la situación, la reunión fue tensa, hasta el punto de que el asunto de la autorización a la compañía de gas se pospuso “hasta tener más información sobre su seguridad”.

La autorización para la colocación de las máquinas de aire acondicionado fue aprobada porque así lo exigía la normativa urbanística. Antes de que la vecina pudiera hacer campaña para que se votara en contra, Dorotea aportó un informe técnico que hizo que el asunto quedara zanjado antes de la votación.

-Si no tenemos otra opción, para qué vamos a votar, dijo pelo cardado.

Pasadas las nueve y media de la noche la reunión finalizó, aunque en realidad todo acababa de comenzar...

Alicia y Dorotea fueron las primeras en coger el ascensor, pero al llegar a la quinta planta, y antes de abrir la puerta escucharon como pelo cardado tenía aliados dentro del bloque.

-Demasiada paciencia estamos demostrando, dijo una voz de hombre.

-Si es que tenían que haber subido los materiales por la terraza, decía otra voz de señora.

Finalmente Alicia y Dorotea entraron en casa.

-Cálmate Dorotea, la autorización de la compañía del gas se aprobará y tendremos calefacción antes de Navidad, dijo Alicia.

Dorotea visiblemente alterada entró en el dormitorio, buscó en una de las cajas de la mudanza y cogió la biblia. A continuación comenzó a leer el Salmo 37:

1 No te impacientes a causa de los malignos,
Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
2 Porque como hierba serán pronto cortados,
Y como la hierba verde se secarán.
7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
por el hombre que hace maldades.
8 Deja la ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

Tras terminar la lectura del salmo Dorotea se sintió más calmada y ambas se fueron a la cama.

Pero la noche distó mucho de ser tranquila, pasadas las tres de la mañana las hermanas pudieron escuchar cómo una ambulancia del 061 entraba en el bloque entre las voces de alarma de sus vecinos de planta.

A la mañana siguiente escucharon que el canoso vecino del 5º C había sufrido un infarto, y que permanecía ingresado en el hospital en estado grave. 

* * *

La siguiente reunión de la Comunidad no se hizo esperar, aunque a ella no asistieron dos vecinos aquejados de problemas de salud.

En esta ocasión Dorotea no bajó al rellano y fue Alicia la que defendió el asunto. Finalmente la autorización a la compañía de gas fue aprobada, no sin tener varios encontronazos de nuevo con la vecina del pelo cardado que encontró como aliado al vecino del tercero.

Cuando Alicia contó a Dorotea lo ocurrido, su reacción no se hizo esperar. Corrió de nuevo al dormitorio y volvió a leer el Salmo 37.

...
9 Porque los malignos serán destruidos,
Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.
38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos;
La posteridad de los impíos será extinguida.

Dos días después de la reunión, Alicia y Dorotea escucharon en la panadería el trágico accidente que había sufrido el vecino del tercero mientras hacía una ruta con la bicicleta. “Arrollado por un camión e ingresado en el hospital con fractura de clavícula, tibia y peroné”.

-Me está dando miedo, no deberías volver a leerlo, dijo Alicia a su hermana.

-Guarda silencio delante de Jehová y espéralo con anhelo, respondió Dorotea.

En apenas una semana dos vecinos habían sufrido percances importantes. El ambiente en el bloque estaba enrarecido. Aunque el día a día no entiende de periodos de recuperación.

Pasaban veinte minutos de las cinco de la tarde cuando el timbre de la puerta sonó con insistencia. Dorotea, que estaba recostada en el sofá, se levantó somnolienta y malhumorada. Se quitó las zapatillas para no hacer ruido, se acercó a la mirilla y observó que era el vecino de abajo quien llamaba. Al instante la vecina de al lado salió ante el revuelo, circunstancia esta que terminó de convencer a Dorotea de no abrir. A través de la puerta podía escuchar su conversación.

-Tengo una mancha de humedad en el baño, seguro que ha sido la obra, decía el vecino del cuarto.

-Pues tendrán que abrir en su piso, decía pelo cardado.

Dorotea no necesitó escuchar más, puso rumbo al dormitorio en busca del salmo, pero en esta ocasión Alicia la detuvo.

-No, otra vez no.

Dorotea, suspiró, y a regañadientes hizo caso a su hermana.

Alicia, se dirigió a la puerta, y habló con el vecino de abajo convenciéndolo de que la mancha no provenía de su piso y que en cualquier caso, estaría atenta los próximos días. Justo después, Alicia salió a la calle a comprar el regalo para una amiga que la había invitado a su cumpleaños.

Dorotea se quedó en casa y aprovechó para abrir el correo que estaba sobre el mueble de la entrada. Tras tirar a la basura varias octavillas de publicidad, vio la carta. Era de la compañía de internet cuya baja habían tramitado al mudarse de piso. La abrió esperando malas noticias, y acabó encontrando lo esperado. 180,39 euros de penalización por incumplimiento de permanencia.

Dorotea se llenó de ira como nunca antes lo había hecho y acabó estallando.

-¡Quién ha hecho esto! ¡Sinvergüenzas! ¡Nadie firmó nada! ¡No tenían autorización! ¡Lo han hecho ellos! ¡Quien lo haya autorizado no merece vivir!

Dorotea corrió rumbo al dormitorio. En esta ocasión su hermana Alicia no podía detenerla. Y de nuevo comenzó a leer el Salmo 37. Leyó en voz alta, casi a gritos, los cuarenta versículos.

                                                                                ...
40 Y Jehová los ayudará y les proveerá escape.
Les proveerá escape de los inicuos y los salvará,
porque se han refugiado en él.

Cuando Alicia abrió la puerta Dorotea estaba tumbada en el suelo. Aunque corrió a auxiliarla, ya no respiraba.

(PD – En el reverso de la carta de la Compañía telefónica había una copia del contrato original firmada de puño y letra por Dorotea).


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