lunes, 8 de agosto de 2016

Área 51

Relato corto


"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio" (Cicerón).


    En el año 2011 el profesor de historia William Lester, descubrió un documento inédito de fecha 12 de diciembre de 1963 en el que John Fitzgerald Kennedy escribió a Richard Helms, director de la CIA, exigiéndole que hiciera públicos los documentos clasificados “top secret” relacionados con OVNIS. El Presidente temía que la antigua Unión Soviética confundiera dichos fenómenos con maniobras militares estadounidenses desencadenando la guerra. Diez días después JFK fue asesinado.

        Nevada, 13 de diciembre de 2016, 7:30 a.m.

        -Señora Presidenta, en breves momentos aterrizaremos en la base.

        -Perfecto, preparen el coche presidencial.

        Cada año, la misteriosa base militar Área 51 es el destino de millones de dólares de los presupuestos de Estados Unidos que, amparándose en el secreto militar, no son detallados ni justificados de modo alguno ante las Cámaras. Pero la recién elegida Presidenta estaba dispuesta, incluso antes de su proclamación y aunque no suela ser frecuente, a cumplir su promesa electoral. Al ser preguntada sobre los fenómenos OVNI y el Área 51 durante la campaña de las elecciones presidenciales del mes de noviembre, declaró: “Sí, voy a llegar al fondo de esto”.

        Hacía unas semanas Helen se había convertido en la persona de confianza de la presidenta, una inoportuna baja por agotamiento de su anterior jefe de protocolo la convirtió en la mano derecha de Hillary.

       Helen bajó del Air Force One y subió en “la Bestia” [1] junto a la Presidenta. Además del conductor, las acompañaba un obligado e incómodo compañero de viaje, el Vicedirector de la CIA.

         La desconfianza porque se le ocultara la realidad del uso del Área 51 había precipitado la visita. Hillary reflejaba en su rostro una seriedad que contrastaba con su euforia interior por las recién ganadas elecciones.

         Tras salir de la pista de aterrizaje recorrieron varios kilómetros hasta llegar al primer puesto de control.

        -Autorización, preguntó un militar armado con metralleta.

        -Es el coche presidencial, respondió el conductor.

        -Autorización, insistió el soldado.

        El Vicedirector de la CIA bajó la ventanilla y un leve gesto de su mano derecha fue suficiente para que se abriera la barrera.

        -Hay lugares a los que ni un Presidente puede llegar por sí mismo.

        Aquel comentario aumentó más si cabe la desconfianza de la Presidenta que lejos de permanecer callada respondió a su acompañante.

        -Muchos de los que pueden llegar hasta aquí por sí mismos tendrán que dar explicaciones ante el Congreso.

        -Son sólo investigaciones militares, Señora Presidenta, tan caras como necesarias para garantizar la seguridad de nuestro país.

         Cuando llegaron a las instalaciones del Área 51, Helen acompañó a Hillary hasta una sala de reuniones a la que debían acudir varios puestos de mando de la base, así como el Director de la CIA.

        Helen estaba especialmente interesada en el fenómeno extraterrestre. Aunque no fue suya la idea de captar la atención y los votos del electorado durante la campaña, había seguido de cerca la evolución de las declaraciones desde su llegada al gabinete presidencial.

        Los escépticos aseguraban que a lo sumo encontrarían desviaciones de fondos públicos sin saber a ciencia cierta en qué dirección podían salpicar. Pero para muchos había realidades que eran innegables… Si el hombre llegó a la luna en 1969, ¿por qué no volvió a ir?...La Tierra es solo un pequeño planeta que gira en torno a una estrella mediana situada en una de las millones de galaxias que hay en el espacio… Es absurdo pensar que no hay más vida en el universo…

        Pasados algo más de diez minutos tres hombres debidamente uniformados entraron en la sala.

     A la Presidenta nunca le gustó jugar con desventaja por lo que adelantándose a la jugada del oponente tomó la palabra.

          -¿Quién está al mando?

      El hombre de mayor edad, al que casi le faltaba pecho para tanta condecoración, tomó la palabra.

        -Verá señora Presidenta, la CIA, el Servicio de Inteligencia y el Ejército tienen distintas competencias, cada una de… Hillary cortó su frase.

          -No creo que sea necesario volver a repetirlo, dijo la Presidenta.

          -Si me deja explicarle…

       -¿Quién decide qué gastos se financian con nuestro dinero?,  preguntó Hillary.

        -Quizá en su mayor parte sea yo, dijo el Director de la CIA.

        -Sólo hablaré con él entonces, dijo mirando a Helen y haciendo un gesto para que los dejaran a solas.

         -Esto es una falta de respeto intolerable, dijo el condecorado General.

       -¿Quién le puso al mando del Ejército de los Estados Unidos?, preguntó Hillary.

        -El mismísimo Sr. Presidente, respondió.

       -Pues acaba de dejar de estarlo por orden de la mismísima Sra. Presidenta.

      Los dos hombres salieron de la sala a regañadientes. Helen, que fue la primera en salir, estuvo atenta a sus comentarios.

        -… Es una locura… No sabe lo que está diciendo… Nos jugamos mucho… No estamos preparados para que cambien las reglas del mundo… Ni nos interesa…

      -… La ruleta gira y cada cuatro años nos vemos en la misma situación, cuándo entenderán que son aves de paso… No pueden poner en peligro el orden de las cosas… los valores de la gente se desmoronarían… el tratado se firmó hace años, no estamos en condiciones de quebrantarlo…

        Helen intentó disimular pero aquellas palabras se grabaron en su cabeza “el tratado se firmó hace años, no estamos en condiciones de quebrantarlo”.

      Tras tres horas de reunión, la Presidenta de los Estados Unidos y el Presidente de la CIA se dirigieron a un hangar contiguo a la sala de reuniones, Helen los acompañó permaneciendo en un discreto segundo plano. Tras la oportuna identificación, tres militares corrieron una enorme puerta que parecía más pesada de lo normal.

        -¡Oh my God!, exclamó Hillary al ver su interior.

        A la mañana siguiente y ante la expectación creada por la prensa por la anunciada visita, la Presidenta de los Estados Unidos y el Presidente de la CIA dieron una rueda de prensa conjunta en la que desclasificaron varios expedientes, debidamente pactados, que documentaban testimonios de pilotos de las fuerzas aéreas, pero que no demostraban la existencia de vida extraterrestre. Los gastos del Área 51 quedaron debidamente justificados.

        Tras finalizar la intervención de la Presidenta, Helen, que había vivido con nerviosismo la rueda de prensa, volvió a casa. Por fin tendría unos días de descanso en Navidad tras el intenso trabajo de la campaña electoral y los días posteriores. Subió las escaleras y puso sobre el galán de su dormitorio el abrigo, la falda, la blusa, la ropa interior… y la piel, dejando a la vista una fina cutícula verduzca. Cogió el transmisor y su mensaje fue claro: “el tratado está a salvo”.




[1] Limusina presidencial valorada en un millón de dólares con extraordinarias medidas de seguridad.



Relato corto

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